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El hada mala

Había una vez un hada buena que se llamaba  Rosela  que era la más buena de todo el reino de las hadas, también otra, que aunque no lo parecía, era la más mala del reino de las hadas, se llamaba Maligna.  Maligna  era la que más pueblos y ciudades tenía; se hacía pasar por inocente para así poder gobernar poco a poco todos los pueblos y ciudades cercanas al reino.  Un día, Maligna caminaba por la calle fingiendo ser un hada callejera, desorientada, muerta de hambre y sedienta, para que la gente le echara limosna en su cesta. Cuando nadie le daba nada, suplicaba y suplicaba, y si aún así no conseguía lo que quería,  ella lanzaba hechizos poderosos. Quería incluso que la adoptaran para así aprovecharse de todo lo que las buenas personas tenían en sus casas.  La gente le tenía miedo, se enfadaba tanto que todos decidieron no salir de sus casas, ni en verano ni en invierno. Cuando caía el frío y la nieve, la gente estaba hambrienta y muerta de sed, pero no salían de sus casas, ni para com

La calle de la solidaridad. Autora: Elsa Esteve, 10 años.

LA CALLE DE LA SOLIDARIDAD En la ciudad de Madrid, un niño de 8 años y medio llamado Carlos vivía con su padre, quien trabajaba todo el día ya que eran muy pobres. Carlos solía jugar sólo por los barrios de la ciudad, un día cansado, se sentó a jugar en el suelo de una calle llamada, la calle de la solidaridad. Justo en frente de él había una casa en la que vivía un niño de 10 años de nombre Daniel.     Hacía frio,   Daniel, asomado a la ventana de su habitación vio la figura de un niño triste en el suelo. Salió y se acercó a él tendiéndole la mano y levantándole. Le preguntó por qué estaba tan triste y Carlos le dijo que era su cumpleaños y no tenía con quién celebrarlo.  Daniel lo llevó a su casa y los dos niños empezaron a hablar.  Daniel era bueno y generoso, así le habían educado sus padres, e hizo sentir a Carlos tan bien que no podía dejar de sonreír.   A partir de entonces los niños se fueron haciendo amigos y Daniel se dio cuenta de que Carlos necesitaba de v

La foca y el guepardo. Autora: Laura García, 12 años.

LA FOCA Y EL GUEPARDO Había una vez un guepardo que era el número uno de todas las carreras que se hacían, pero por culpa de tanto éxito se había vuelto arrogante y altivo, además de muy burlón. Al que más le hacía burla y le decía cosas feas era a una foca, que como no tiene patas y camina lenta nunca ganaba las carreras. Un día, el elefante, que era el encargado de organizar las carreras le dijo a todo el mundo que su favorito para la próxima carrera iba a ser la foca. Todos pensaban que era una broma, -noooo, no puede ser..- Si la foca es muy lenta y no va a ganar, no seas tonto, además tú sabes mucho de carreras y sabes quién es el mejor. Pero aún así, el elefante siguió con su decisión de que su favorito sería la foca.  El vanidoso y chulito guepardo se enfadó mucho y le hacía muchas burlas a la foca.  La foca no quería participar, pero todos lo tenían que hacer, así que el día de la carrera se fue montaña hacia arriba con su amigo el elefante y todos los participa

Una mediadora no vende medias. Autores: Felipe Roncaglioto y Karina Sotelo, 9 años.

UNA MEDIADORA NO VENDE MEDIAS Ángela es una niña muy d ulce, como todas las niñas de 8 años, pero cuando se enfada...¡¡Madre mía!!  Un día de invierno, en el cole, se disgustó con una de sus amigas, con Carlota, porque perdió la funda del reproductor de música que le había prestado, y que su abuela Ana le había tejido con mucho cariño. Era tal el enojo de Ángela que no quería ver a su amiga ni siquiera en el patio para bailar, como era costumbre cada día. Y eso que se lo pasaban ¡¡fenomenal!!   Carlota se veía muy apenada. Quería que Ángela supiera cuánto lo sentía, que aceptara sus disculpas y volvieran a jugar como siempre. Pero eso no era posible; su gran amiga no estaba dispuesta a escucharla, pues ella también se sentía muy triste por la pérdida de un objeto que consideraba tan importante, por ser único. Al otro día, en el cole todo seguía igual. Por lo que Felipe, que era amigo de las dos niñas y las quería por igual, le